Aprender del pasado

EUTORI está inspirado en instrumento inventado por los etruscos alrededor del siglo VI antes de Cristo. El instrumento en cuestión pronto fue adoptado por los griegos, que lo llamaban στλεγγίς  y luego por los romanos  que se referían a él como estrígil o estrígilo. Independientemente de su nombre, se convirtió en el utensilio imprescindible para la higiene del cuerpo. Durante 1.000 años se usó a diario por hombres y mujeres de todas las clases sociales, desde emperadores a esclavos.

Hasta que la caída de Roma a manos de los bárbaros y la llegada de la Edad Media cambiaron radicalmente los hábitos de higiene y cuidado personal. La mayoría del saber atesorado durante siglos, estrígil incluido, cayó en el olvido.

Se sabía de su existencia porque se han ido encontrado varios ejemplares y porque hay referencias escritas, dibujos en cerámicas y grabados y hasta estatuas. Pero la percepción que mayoritariamente se tenía del estrígil era que solo lo usaban gladiadores y atletas. Durante mucho tiempo se le consideró un excelente exfoliante, bueno para una limpieza profunda pero demasiado agresivo para la piel. Así parecía desprenderse, entre otras cosas, de su aspecto, de un comentario de Hipócrates reproducido muchas veces, y, también, de la costumbre de traducirlo como “rascador”.

Sin embargo, esta percepción no encajaba con un instrumento que se usaba diariamente y que había sido elogiado por Aristóteles e inmortalizado por Lisipo. Tampoco parecía cuadrar con el gusto de los romanos -hombres y mujeres- por una piel suave. Además, ya se conocían las esponjas, pero su uso era mucho menor a pesar de ser más baratas y muy fáciles de conseguir.

Esas contradicciones fueron el desencadenante de un profundo estudio sobre la forma y manejo del estrígil y su comparación con instrumentos similares en otras culturas, sobre todo en oriente. La principal conclusión está en una diferencia pequeña pero muy significativa. Un examen detallado de los originales que se conservan en museos permite comprobar que el estrígilo no era tan afilado como suele pensarse.

Una parte de esa confusión posiblemente ha venido del aspecto agresivo que la erosión y el paso del tiempo provocan en los bordes metálicos. Pero el estrígil no era un rascador. Su acción era mucho más suave, menos agresiva con la piel. Esta diferencia ha sido fundamental a la hora de entender los beneficios de la limpieza del cuerpo tal cual la hacían griegos y romanos e inspirar el desarrollo de EUTORI. Los romanos no se rascaban la piel hasta casi despellejarse, simplemente retiraban la suciedad, impurezas y, en muchos casos, los aceites que previamente usaban para limpiar e hidratar la piel. Y, aunque quizás no eran muy conscientes, estaban protegiendo el equilibrio natural de su epidermis de una forma muy efectiva.